domingo, 2 de diciembre de 2012


 Guía para padres 


Educar en la sexualidad

Educar en la sexualidad implica hablar, entre otras cosas, de la vida afectiva, del respeto por el otro, del propio cuerpo y sus cuidados, de los sentimientos, de cómo relacionarse afectivamente con un otro, de la empatía, etc.  El conversar de estos temas prepara al niño para enfrentar y mantener una relación amorosa y por sobre todo cómo enfrentar las, tan dolorosas pero inevitables, decepciones sin derrumbarse ni enfermarse. Por lo anterior es fundamental que él o la joven sientan que cuenta con un espacio entregado por sus padres para compartir tanto sus alegrías como sus dolores.  En ocasiones los padres responden con un  “no te preocupes”, “él o ella se lo pierden”, "ya verás cómo mañana se te va a pasar y te vas a estar riendo”, “hay tantas mujeres /hombres  en el mundo”, “no llores…”, etc. Estos comentarios, aunque son dichos desde el amor de padre, más que ayudar generan mucha rabia en el o la joven; sienten que sus sentimientos no son atendidos y mucho menos comprendidos, que son minimizados y que no son importantes, pero sobre todo son un plus para que el adolescente se guarde en silencio y salga a  pedir consuelo en otras personas o en algún vicio que los calme en su angustia.
El adolescente es por naturaleza egocéntrico, extremista en sus sentimientos, constantemente piensan que todos estarán pendientes de lo que haga y diga. Paralelamente siempre responde de manera muy intensa a la crítica, por lo que es de suma importancia para él o ella que los padres le validen en su pololeo.




Preparándolos para la vida

Uno de los principales objetivos como futuros educadores es orientar al adolescente a las nuevas sensaciones y vivencias por las cuales atraviesa, para eso es necesario conocer algunos aspectos puntuales de la sexualidad del adolescente. Por ejemplo, los sueños y las fantasías sexuales, que son muy frecuentes y explícitos en la adolescencia.  Muchas veces, estos están acompañando a la masturbación, que siendo absolutamente normal, sirve al o la joven para acceder al placer sexual y al orgasmo. Cumplir con la fantasía, aquello que por el momento en la realidad no es posible, “ensayar“en la mente lo que podría ser una experiencia real, generando de esta forma una disminución de la ansiedad que le provoca “esto desconocido” en la práctica; por último, ayuda en la mitigación de la soledad y es una válvula de escape de la tensión y el estrés generales. Es por lo tanto una práctica sexual exenta de riesgos, que la pueden controlar y que por lo mismo los padres no deberían cuestionar ni menos “entrometerse”, a menos que se volviera demasiado frecuente y que haga al joven permanecer mucho tiempo dedicado a este ejercicio, sea acompañado de pornografía y que lo vuelva retraído y alejado de las actividades propias de la edad.


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